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El agradecimiento como hábito de vida

¿Por qué cultivar la gratitud?

Relativamente muy pocos años atrás, la ciencia occidental no daba el menor crédito al impacto que las emociones tienen en nuestro organismo. Hoy eso ha cambiado. Cada día se publican más y más estudios sobre la conexión tan importante que hay entre emociones, sentimientos y la salud física. Cada día son más las personas que usan el agradecimiento como un hábito de vida,

La medicina psicosomática que tuvo su origen el siglo pasado, a finales de la década de los años 30’s. Se ha enfocado a ello, arrojando con ayuda de los avances tecnológicos infinidad de investigaciones que comprueban y explican, sin dudar, toda esta fisiología de interacción directa entre mente y cuerpo.

En contraste, las sabidurías orientales hablan de todo esto con lujo de detalles, siglos antes de Cristo. Gracias a mis formaciones de Ayurveda y Medicina Tradicional China (MTC), he sido testigo de cómo para estas ciencias médicas milenarias es impensable dejar de ver a un ser humano como un todo: mente, cuerpo, emociones, espíritu.

Para la acupuntura, por ejemplo, sabemos que la tristeza puede afectar riñones y pulmones, o que la ira impacta al hígado. Para hacer el diagnóstico, es necesario en el interrogatorio relacionar la fecha en la que comenzó la dolencia, o padecimiento, con lo que experimentaba emocionalmente el paciente en ese preciso momento. Y es bastante sorprendente ver y comprobar cómo nuestro organismo es un sistema maravilloso, que utiliza al cuerpo como caparazón para nuestra supervivencia.

Sabiamente todo aquello que se nos dificulta manejar, por no ser físico y tangible (como pensamientos, sentimientos y emociones), lo transfiere a algo que sí lo es. Y, entonces, ocurre que se manifiesta alguna enfermedad. Esto no desacredita la explicación de ninguna etiopatogenia de occidente, en ninguna forma, sólo las complementa. Va más profundo en diagnosticar la causa de cualquier enfermedad. Y es debido a esto, y muchas cosas más, que la medicina integrativa ha tenido su aparición en la década de los 90’s y la aceptación es cada vez mayor.

Todas estas ciencias (antiguas y modernas) hoy concuerdan que las emociones positivas son, literal, un tipo de “alimento”. Y necesitamos aprender a cultivarlas en nuestra mente y corazón.

Es por eso que fortalecer estas emociones, como la alegría genuina, el contentamiento (Santosha), o la gratitud en nuestro día a día, es importante. Hago hincapié en la palabra “genuina”, que significa que es auténtica, la que inevitablemente nutre cuerpo y alma. No proviene de negar la realidad, ni de subestimar otras emociones, o de crear una burbuja, que para nada es sinónimo de caer en una positividad falsa o tóxica.

Dejando esto muy en claro, si tu deseo es empezar a sembrar un bonito jardín de positividad auténtica, te sugiero, basado en las investigaciones de la medicina moderna y en las técnicas de bienestar integral de las sabidurías milenarias: practicar el Agradecimiento como un hábito.

La gratitud es un estado de conciencia y de consciencia (ambos), a la vez que es un sentimiento y una forma de espiritualidad en la que conectamos con el aprecio a un acontecimiento o un aspecto de nuestra vida. Por ello, potencia el bienestar del ser en todas sus dimensiones. Cultivar este hábito garantiza, en gran medida, nuestra salud física y mental, la calidad de las relaciones que tenemos con los demás y con nosotros mismos.

Con frecuencia, y por adaptación de sobrevivencia, tenemos ciertas inercias psicológicas, una de ellas es enfocarnos en lo que nos falta en la vida. Esto es natural y es muy importante pues, en principio, tiene ventajas para la supervivencia, pero que, si no tomamos atención, supone un gran lastre. La satisfacción que nos produce un evento o una circunstancia placentera decrece dramáticamente con el tiempo. Acto seguido, tenemos la tendencia a idealizar cómo nos vamos a sentir cuando alcancemos cualquier objetivo material o circunstancial que anhelemos.

¿Qué sentido evolutivo tiene esto? Cuando nuestra supervivencia dependía de nuestra habilidad para cazar, de encontrar sustento y cobijo en un entorno hostil, regocijarnos en haber logrado capturar esa presa no nos resultaría de mucha utilidad. El ritmo del ciclo de la vida salvaje en la que hemos evolucionado durante miles de años requería de esa insatisfacción para promover la proactividad necesaria para subsistir.

Pero hoy, estamos en un escenario diferente, y por tanto en un delicado momento evolutivo donde tenemos la oportunidad de superar mecanismos relativos a la supervivencia que nos limitan, Para tener una experiencia más gratificante a nivel emocional y espiritual.

La ciencia moderna ha estudiado ampliamente los beneficios de cultivar hábitos relacionados con el agradecimiento y los resultados son absolutamente abrumadores. Las personas que cultivan hábitos relacionados con la gratitud tienen una mayor satisfacción de la vida, gozan de más vitalidad. Tienen una menor tendencia al resentimiento con el pasado. En ellos se reduce el riesgo de desarrollar trastornos psicológicos como la depresión, la ansiedad o el consumo de sustancias. Otras investigaciones arrojaron que los niveles de cortisol se reducen hasta en un 23%. Y hubo casos en que los niveles de estrés se redujeron en un 80%.

Un curioso estudio de la Universidad de Pensilvania donde se les pedía a los participantes escribir cada noche, durante una semana, tres cosas que hubieran ido bien durante el día, y sus causas. Después de tan solo una semana se comprobó que los sujetos eran un 2% más felices. Su felicidad siguió subiendo de forma constante en el siguiente mes hasta llegar al 5%, y llegó al 9% en los siguiente 9 meses. Aunque sólo se les pedía que realizaran este ejercicio durante una semana, la mayor parte de los integrantes disfrutaron tanto de esta rutina que la integraron en su vida. Si nos vendieran un fármaco que nos garantizara un 10% extra de felicidad no dudaremos en comprarlo. Ahora ya lo tienes a tu alcance y, lo mejor, es gratis.

¿Por dónde comenzar?

A continuación, te comparto varias técnicas milenarias muy fáciles de adoptar para empezar a practicar el agradecimiento como hábito en tu vida diaria:

1.    Comienza por cosas simples y tangibles de tu vida diaria. Como, por ejemplo: agradece por tus alimentos antes de cada comida o por tener una pasta y un cepillo de dientes a la hora de lavarlos o una cama para irte a dormir.

2.    Mientras esperas en un semáforo, o en la cola del banco o supermercado, escanea tu cuerpo, escoge al azar cualquier órgano y aprecia a tu corazón por latir, a tus pulmones por nutrirte de oxígeno o a tu estómago por los alimentos.

3.    Anímate a realizar el ejercicio del estudio de la Universidad de Pensilvania (la cual realmente es una técnica muy antigua de meditación) y antes de dormir escoge tres cosas de tu día para agradecer. Sólo piensalas o escríbelas con tu puño y letra, llevando un diario de agradecimiento.Y aunque esta es una técnica muy antigua hoy día también nos podemos apoyar en la tecnología. Con aplicaciones como Presently la cual recomiendo bastante a mis alumnos de meditación cuando quieren sembrar la gratitud como nuevo hábito de mindfulness en sus vidas.

4.    Otra aplicación que he visto es muy eficiente se llama 100 thanks. Esta te ayuda a desarrollar diferentes maneras de dar gracias de forma genuina a nuestros seres queridos.

Como nos explican el yoga y la kabbalah: la gratitud es la memoria del corazón. Si no eres feliz con lo que ya tienes hoy ¿qué te hace pensar que serás feliz con algo más? Agradece de ida, y el universo te agradecerá de vuelta.