El sistema B o libre mercado consciente, es una filosofía empresarial que va tomando cada vez más fuerza, dónde sus promotores son partidarios de que las empresas tengan un propósito real de servicio y no estén enfocadas en solo ganar dinero a toda costa, en otras palabras: un desarrollo económico sostenible.
Esto no es una dicotomía, de hecho el desarrollo económico sostenible propone que, al contribuir a crear un mundo mejor, se pueden obtener muy buenos dividendos y lograr emprendimientos boyantes. El “plus” es que esos dividendos no son sólo para el bolsillo y cuenta bancaria, van más allá, pues se reflejan en bienestar físico, mental, emocional e inclusive espiritual. Prosperidad verdadera a todos los niveles es lo que un emprendedor o empresario de este sistema entiende por Éxito.
¿Pero que es una Empresa B? Este movimiento empresarial surgió en el 2006 con la mentalidad de Jay Coen Gilbert de estudiar la raíz de los desafíos globales de nuestros tiempos, esos que esperamos que las ONG’s o los gobiernos resuelvan algún día. Se dio cuenta que estos desafíos no iban a zanjarse, pues son justo las mismas empresas y la sociedad que como efecto secundario los crean continuamente al tener puntos ciegos y efectos secundarios en la toma de decisiones para sus corporaciones por simplemente perseguir el mejor rendimiento y ganancias económicas; incluso sin incurrir a irregularidades (como sobornos u otras vías) sino únicamente por la falta de conciencia suficiente o ignorar los potenciales daños colaterales de estás… así que decidió que ya era el momento de impulsar empresas para resolver las diversas problemáticas y hacerle ver a las industrias que sus propuestas de valor también deben incluir el evitar cualquier efecto secundario indeseable.
En resumen, el sello de una Empresa B es: a) utilizar el poder del libre mercado para dar soluciones concretas y reales a los retos colectivos globales (desnutrición, violencia, cuidado del medio ambiente, analfabetismo, etcétera). Y b) cualquier empresa que aunque no contribuya directamente a solucionar los desafíos socioeconómicos globales más imperantes tampoco los genere a modo de daño colateral y sea totalmente responsable en cada acción y decisión que toma.
Es por eso que una Empresa B es mucho más que una “empresa socialmente responsable” únicamente, su núcleo opera bajo altos estándares sociales, ecológicos y de transparencia, por sus estatutos toma decisiones corporativas legalmente vinculantes considerando no sólo los intereses financieros de sus accionistas, sino también otros intereses y de largo plazo tales como el de los empleados, los proveedores y clientes, considerando todo el tiempo su impacto a la comunidad a la que pertenecen.
Y es que estas empresas no solo brindan beneficios para los consumidores. Los empleados y colaboradores más evolucionados en la actualidad quieren trabajar en proyectos con propósito, ganar dinero de auténtico valor. Quieren contribuir a crear un mundo mejor, ya no como actividad extra laboral, como hobby, porque es ”cool”, o se siente bien estar en algún voluntariado unas horas a la semana, sino que hacen de todo esto su trabajo diario, instante a instante, pues son conscientes del mundo en que viven y quieren mejorarlo.
Este paradigma redefine el sentido de éxito en los negocios al formular las siguientes preguntas básicas: ¿Cuál es el propósito de tu empresa en la Sociedad? ¿Lo estás haciendo con los medios adecuados y más eficientes? O por el contrario: al prestar algún tipo de servicio o vender algún producto dejas desagradables efectos secundarios. En pocas palabras lo que ofreces ¿es parte de la solución o del problema?.
Al responder esta pregunta, los rendimientos financieros pasan a ser entendidos como herramienta indispensable para lograr sus objetivos, pero no como su razón de existencia única. El éxito pasa, entonces, no sólo por su nivel de facturación, utilidades o dividendos, sino por cómo su modelo de negocios integra los beneficios con el impacto en la sociedad y el medio ambiente de un modo medible y escalable.
Es decir, si estás vendiendo productos en la industria alimentaria a cualquier nivel, lo que brindas ¿realmente alimenta?, ¿o de hecho enferma? Si tus servicios son en Bienes Raíces ¿los inmuebles tienen un precio justo para la localidad, se fijaron éticamente o simplemente en cuanto es lo más que puedo ganar, creando sobreprecios que ya están muy desfasados por lo que tienen que venderse en otros mercados trayendo efectos secundarios como gentrificación o “burbujas inmobiliarias”?, ¿cómo impactan al medio ambiente y la calidad de vida de esa comunidad?
Si te dedicas a la importación ¿los productos que adquieres fueron fabricados por personas que laboran en las condiciones correctas en el país de origen?, ¿estás enterado de los efectos directos de contaminación medioambiental relacionados a esas importaciones? O por último, si inviertes en la bolsa ¿qué corporaciones escoges para ello?, ¿te da igual mientras dejen ganancias?, ¿o usas tu dinero en compañías éticas y socialmente responsables? lo que hoy se conoce como inversiones de impacto.
Estos son sólo cuatro ejemplos pero existen muchísimos más en todas las áreas como salud, educación, construcción, arte, industria del vestido, en el mundo del entretenimiento, etc. Todo lo que produce dinero tiene dos opciones: aportar valor real (como era antes cuando de hecho se usaba el trueque en lugar del patrón oro o la moneda fiat) o no hacerlo.
Estos son sólo cuatro ejemplos explorados muy superficialmente, pero existen infinidad en todas las áreas como salud, educación, construcción, arte, industria del vestido, en el mundo del entretenimiento, etc. Todo lo que produce dinero tiene dos opciones: aportar valor real (como era antes cuando de hecho se usaba el trueque en lugar del patrón oro o la moneda fiat) o no.
La economía circular, las inversiones de impacto en la bolsa de valores, la permacultura, la arquitectura sustentable, la economía colaborativa, la alimentación consciente, el comercio justo, el precio honesto, basura cero, hambre cero, turismo sostenible, etc. Son ejemplos de herramientas que estas empresas emplean en sus modelos de negocios, son los productos y servicios que esta economía impulsa y con mucho éxito, creando nuevos giros comerciales inclusive, en un verdadero “ganar-ganar” para todos.
Sus promotores son conscientes de que las empresas que no incorporen la lógica social colaborativa y con propósito irán quedando atrás, junto con la ola industrial tradicional. Los consumidores, cada vez más responsables, preferirán los productos y servicios que ofrezcan las empresas con sentido social ético y que respetan el entorno (esto de hecho ya sucede en muchos países).
El sistema B viene tan fuerte que aquellas empresas que aún no se suben al tren de la industria consciente suelen hablar de su misión, visión y valores como si fuera un libreto (hoy se pueden sacar los textos desde internet; es cosa de elegir la industria). Pero al sumergirnos un poquito en estos corporativos nos damos cuenta muy fácilmente que esos propósitos que leemos como slogan en papel no se llevan a cabo en la realidad, se abusa por ejemplo de estrategias mercadológicas muy costosas y elaboradas, basadas en Healthwashing o Greenwashing (es decir cuando se usan frases para describir cualidades saludables o ecológicas que en realidad no existen), o bien, en “campañas” de supuesta ayuda social, falsa inclusión abusando de lo políticamente correcto, etc. Todo esto no es sostenible a muy largo plazo y lo más relevante: cada vez se desfasan más de la conciencia colectiva de la sociedad preocupada por las problemáticas mundiales actuales.
Las empresas de auténtico capitalismo consciente (el otro nombre con que se le conoce a esta filosofía) no tienen necesidad de invertir en tanta mercadotecnia, de caer en engaños y manipulaciones para atraer consumidores, pues sus productos y servicios resuelven problemáticas reales desde la raíz, así que los clientes llegan prácticamente solos.
Pero ¿cómo crear una empresa con filosofía de Sistema B? ¿Una empresa próspera en todos los sentidos, que ayude a otros, donde los empleados tengan trabajos de valor, que sea económicamente productiva para socios y colaboradores y demás virtudes que hemos repasado de este Sistema? ¿Te suena a utopía?
Sinceramente, no es tan difícil, lo único que están haciendo estas empresas es volver a lo básico, a un libre mercado ético, eso es todo. Algo que siempre debió ser pero se perdió el rumbo. Sobre todo en nuestro país, con frases tan populares como: “el que no transa no avanza”, los altos índices de corrupción, etc. La buena noticia es que mientras más personas eleven su mentalidad empresarial a estos niveles de conciencia que el sistema B propone, más fácil lo será para todos.
Hoy muchas empresas y emprendimientos alrededor del mundo bajo esta filosofía están demostrando que la prosperidad verdadera existe, y que el desarrollo económico sostenible es ahora el nuevo sinónimo de éxito empresarial. Así que si tienes un emprendimiento, una empresa pequeña o un enorme corporativo, lo que ofreces ¿está siendo parte integral de la solución o contribuye a algún problema? Esa es la pregunta de inicio para ser parte de este nuevo paradigma que redefine al éxito.