QUERIDA LECTORA, NUESTRO PROPÓSITO ESTÁ SIENDO SILENCIADO
Cuando escucho la palabra propósito, no dejo de recordar aquellos momentos de la infancia en la que las intenciones de otros niños eran muy claras para mí en los juegos. A veces solían hacer ciertas trampas para ganar, y sabía que aquello que hacían no era más que una serie de acciones que trataban de esconder un propósito, un impulso para sentirse victoriosos a toda costa.
Tales pericias infantiles me ayudaron a descubrir que, detrás de las acciones humanas, existe una intención que nos motiva y que le da sentido a nuestras actividades para alcanzar lo que deseamos experimentar. Evidentemente, mientras más cuidemos que nuestras intenciones y acciones no afecten a los demás, mayor satisfacción podremos sentir.
Una intención siempre hará referencia a la determinación para alcanzar un fin, generalmente es efímera, y también es una cualidad del propósito. Sin embargo, este último guarda un tesoro mucho mayor que un simple impulso para alcanzar un fin. Su trascendencia es de tal magnitud, y tan perdurable, que me atrevo a aseverar que, sin propósito, nuestro mundo se está viendo en la necesidad de inventar nuevas formas para intentar satisfacer la insaciabilidad del vacío que sentimos.
Tener un propósito de vida es algo intrínseco, indispensable y profundamente valioso para todos y cada uno de los seres humanos que habitamos esta Tierra. ¿Por qué? lo veremos en las siguientes líneas. Pero lo más importante es que tú logres responder al final de este artículo la pregunta ¿para qué vivir con propósito?
Ahora quiero invitarte, a través de estas líneas, a reconocer un escenario más serio y completamente actualizado de la realidad para descubrir en dónde está nuestro propósito; quizá esté perdido, escondido o simplemente silenciado.
Y es que resulta que nos encontramos viviendo el año 2020, un año en el que se ha propagado un virus. Más de un millón de personas han fallecido y más de 50 millones de casos con Covid han sido registrados. Negocios han cerrado, empresas están en quiebra, millones de personas sin empleo, divorcios, suicidios, violencia, ansiedad, estrés, miedo, angustia… ¡uff! Respira un poco.
Sé que este escenario es catastrófico, pero vale la pena que lo reconozcamos para descubrir la gran cantidad de ruido que está llevando mucha de nuestra atención hacia ese río de desorden y caos. Muchas veces solo estamos enfocados en nuestros conflictos y desafíos. ¿En dónde está puesta tu atención?
. DAnte tanto movimiento detrás de la penumbra y de lo que se anuncia como una gran catástrofe, necesitamos creer que nuestras vidas cumplen un papel importante en todo esto, de lo contrario la tristeza y la depresión existencial abordarán el protagonismo de la historia que nosotros mismos podemos diseñar.
Date permiso de reconocerte en el lugar en el que te encuentras, y de entrar en el camino del descubrimiento de lo desconocido, de tu propósito y de darle un propósito a todo lo que vives. Con la confianza de que siempre podrás parar para decidir, si el camino que estás siguiendo, corresponde con el llamado de tu corazón.
Habíamos señalado que nuestra atención está volcada mayormente en el conflicto y en su resolución, sin reconocer que los impulsos e intenciones detrás de nuestras acciones están motivados por el deseo de alcanzar un bienestar. Esto que nos está pasando a todos es perfecto para alimentarnos y alinearnos con nuestro propósito.
De acuerdo con Gay Hendricks, autor de Atrévase a dar el gran salto, “el bienestar es esa sensación natural que no depende de factores externos”. Así que nada tiene que ver con los placeres externos momentáneos como la comida, los bienes materiales y su determinación sobre nuestro valor personal, ni nada por el estilo.
El bienestar es una sensación que naturalmente se encuentra en cada uno de nosotros. Pero su voz, al igual que la del propósito, es silenciada por tanto ruido ambiental. De la misma manera en la que todos los recursos de la Tierra ya están presentes y satisfacen nuestras necesidades y las de las demás especies, como el agua o el aire, el bienestar es un espacio que dejamos de escuchar y usar a nuestro favor.
Hablar de propósito es ir de la mano con tu bienestar, es plantearse el sentido de tu existencia, de tu ser. Lo que te hace ser tú, lo que te hace sentir feliz, enamorado, expandido en el amor y la abundancia. Es ese lugar donde integras tu pasión, donde eres consciente de tu propio valor y comprendes que con eso sirves y trasciendes cuando compartes.
El propósito de vida nos guía con dos grandes preguntas que nos podemos hacer constantemente: ¿Por qué? y ¿Para qué?
En los ¿por qué?, encontramos las explicaciones que le ponemos a lo que hacemos y tenemos. ¿Por qué me casé con esta persona?, ¿por qué estoy en este trabajo?, ¿por qué quiero cuidar mi salud?
Y los ¿Para qué? Nos regalan posibilidades, es decir, vemos lo que vamos a ganar con nuestras acciones y con ello cuidamos lo que más nos importa.
Podríamos hacer una lista de todas las cosas negativas que ha traído consigo este año, pero es momento de compartir su más GRANDE regalo. Vamos a quitarle el mute a nuestra vida y a escuchar los propósitos. Es decir, vamos a escuchar un sentido, un para qué.
Este año 2020, ha venido con la invitación para callar el ruido de las calles, del trabajo, de la gente, de todo lo que nos pone atentos de lo que pasa afuera y no nos nutre. Nos invita al calor de nuestras casas, para conectar con nuestra pareja, con nuestros hijos, hermanos, padres, con las personas con las que vivimos, para valorar cada respiro. También nos invita a escuchar nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestro cuerpo, nuestra salud. Detrás de todo esto se encuentra el bienestar levantando la mano. Y en esta escucha te pregunto:
¿Qué estás aprendiendo de ti mismo?
¿Qué sentido le estás encontrando a los sucesos que conforman la experiencia de tu vida?